martes, 3 de marzo de 2009

Oda a la locura de una noche

­Fuimos con mi esposado al lugar mas extasiado que conocemos (en vista que otro ya desapareció).
Llegamos y vi gente bailando desde el alma, liberando el espíritu ritmico (con el que algunos peleamos para encontrar). En la pista de baile yo di rienda suelta a los dedos de mis pies (por algo se empieza) a nuestro lado, pura gente libre. Yo alcancé esa es la libertad sólo cuando logré despegar completamente los brazos de mi cuerpo y agitarlos libres al compás de cada pista de música. Es excitante sentir tanto placer en el ambiente, cada uno es dueño de si mismo y tu espacio para moverte es el que mas se acomode a tu estilo de baile.
“En Santiago hay poco glamour*”-dije antes de entrar- pero esos trajes que convierten en verdaderos dioses a quienes lo llevan puesto, ¿no es algo de glamour? En esta ocasión mi personaje puntual fue un nazi con falda cuadrillé. Ridículo! Podrían decir, pero...que estilo! (o personalidad). Quizás esto es en lo que se ha convertido el glamour en mi loca ciudad... no sé...
Ahí todos parecían bellos, interesantes, los imitas, los admiras por un rato y quieres entregarte tal cual veleta al viento.
Claro que como buena fémina, también lamenté la cantidad de hombres que andan con faldas, poleras rasgadas y hecho unas locas. Porque algo de potencial tenían creo yo.
Finalmente luego unos necesarios tragos para relajarse y entregarse a la diversión, nos pusimos a bailar tal cual bailarines del mejor cuerpo de baile famosillo. Y entendí que cuando dejas de mirar cómo se mueve tu vecino, saltas solo en medio de una multitud, gritas como loco, y asimilas que a nadie mas que a tu pareja le importas, eres uno de “ellos” y estas entregado al placer y la diversión, con el mejor estilo que puede existir en ese lugar. Blondie.
Claramente, terminé exhausta, pero sin duda más libre que antes.


*Atractivo, hechizo, fascinación.

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