lunes, 5 de enero de 2009

Entre los veintialgo y los veintisiempre.

Me preguntaba como serán las fiestas de ahora, ya no soy una adolescente y nueva situación etaria y conyugal, me han alejado de esas pistas...

Para año nuevo ahí estábamos con unos amigos bailando en la GO 09, hasta el exhaustismo.

En cumbias, electrónica, y pop: todo bien. El problema sería para mi: el atrevido reggaetón. Afortunadamente y para mi relajo, bailando a mi lado había unas cuantas parejas de contemporáneos, lo que significaba que entre todos nos encubriríamos el chamullado reggaetón que se venía.
Y claro, despues de tener el honor de estar con el “Tio Tommy” (como alguna vez lo llamé), se vino lo que yo pensaba. La sorpresa fue que aquella pareja de veintitantos, se había rejuvenecido!!!, y perreaban como...pokemones! Todos! Y ¡¡¡cada uno de ellos!! Ups!. La única opción imitar, aperrar y perrear. Para mi buen alimento del ego, lo grato fue que me sentí comoda y lo hicimos bastante bien. Bien!- dije- prueba superada.

Ese relax me llevó a un éxtasis continuo de las horas interminables que seguían. Debía ahora averiguar como seguían siendo las otras “cosas” de la fiesta.

A medida que pasaban las horas, me sentí tan energizada como hace años atrás: feliz y extasiada entre: humo, ferohormonas, en medio de la eterna y bailada fila para comprar una energética (estrictamente necesaria); entre machos en busca de apareamiento que miraban con cara de carne fresca; y a la vez, entre caras de decepción de quienes a esa altura de la noche empezaban a resignarse por no haber conseguido su presa.

De pronto, descubrí que los besos se transformaban obligadamente en largas pausas de descanso, que los abrazos eran necesarios para bajar el ritmo de la euforia y los saltos de cada baile se iban siendo cada vez mas pegados al piso, y que el cuerpo agradecía a gritos que tu trasero se posara unos minutos en un duro escalón.

Pero a pesar de haber tenido la sensación de reconocer la esencia de la fiesta y haberme sentido como una quinceañera, después de las 8 horas de dormir al día siguiente, sin duda nos faltaba algo esencial: unos buenos ibuprofeno, para distender el cuerpo que yo sentía tan apaleado.

Me pregunto: los teen ager usaran estas pastillitas mágicas?. Quisiera creer que si, y no que es un signo de ve... (mejor ni lo pienso). El espiritu joven ok, ¡¡siempre!! el problema es que el cuerpo de todas formas, te pasa la cuenta.

1 comentarios:

therside dijo...

Feliz año prima!!!

Es cierto llegada cierta edad (q mejor no nombrare a pesar q muchos creen q tengo 18) ya no es lo mismo carretiar
Y si no sales muy seguido o se te olvida como bailar o te quedas en el pasado…

Antes carreteaba en la playa 5 días seguidos, ahora con suerte uno y al otro día me la duermo toda. jajaja!

Pero siempre es cosa de actitud a pesar de la edad…si te prendes no te darás cuenta de lo q eres capaz

Fuerza!! el carrete es una actividad q necesita practica, si no se te atrofia el cuerpo

saludos!!!